4.03.2006

los 23

Ricardo Antonio Lavolpe, director técnico del equipo nacional mexicano, dio a conocer la lista (casi)definitiva de seleccionados que irán al mundial. El centro de la polémica es el no llamado de Cuauhtémoc Blanco, y eso que los 23, al final, fueron 26.
Existen argumentos futbolísticos detrás de esta decisión. Que sean debatibles es natural. Que puedan ser erróneos, también es posible. Pero no son los únicos, y no sé cuáles tengan mayor peso.
El primero que yo defiendo para celebrar el no llamado de Blanco a la selección, se relaciona con una nota generada a propósito de la lista de los 23 seleccionadeos de la fifa: los árbitros. Según nota del español Marca: "El IFAB ha exigido al grupo de colegiados y a sus asistentes actuar con rigor y severidad contra la pérdida de tiempo, el juego brusco grave, la simulación de faltas o cuando un jugador sujete a un adversario por la camiseta." Lo he sostenido siempre, la auténtica "cuauhteminha" consiste en tirarse un clavado y pedir con un ademán que se sancione con tarjeta. Y es por eso que celebro que no sea llamado.
No es sólo el engaño que se pretende perpetrar, que ya en sí mismo es grave; es el ataque a la esencia del juego que implica el dejar de jugar, renunciar y buscar por otros medios sacar una jugada a favor. Esa malentendida picardía, ese colmillo que desarrollan los jugadores cuando se convierten en dinosaurios: esos son los cánceres del futbol -además de la televisión. Y Blanco los representa a los dos, aunque lo segundo aquí no es materia. Y si es reprochable en cualquier jugador recurrir al engaño, los es mucho más cuando se trata de un jugador que tiene talento suficiente como para que alguien sin temor al ridículo lo juzgue mejor jugador que Zidane. Blanco representa al foul play (literalmente juego sucio), que no es sólamente el juego rudo, sino también el no-juego: el fingimiento, la actuación, la pérdida deliberada de tiempo y también el dopaje el arreglo de partidos, los favores a árbitros y otras balompédicas linduras.
La otra razón es sólo producto de mi intolerancia. Lo reconozco, así que por lo menos se me debe reconcer que soy objetivo al reconocer que no puedo ser objetivo. Blanco representa los estereotipos más negativos posibles y detrás tiene un aparato costosísimo que hace de todas sus acciones la nota del día. Es cierto, la selección no representa a México, aunque me atrevería a decir que el noventa y tantos por ciento del país sigue y siente lo que pasa en un mundial. La selección ni siquiera representa a
todo el futbol nacional. Representa en todo caso a la FMF, que es un ente privado, que no tiene necesidad, obligación, ni interés de rendirle cuentas a nadie. Pero es innegable la influencia del futbol en el estado de ánimo general en épocas de copa mundial. Y es innegable, también, la identificación que millones sienten con los jugadores de futbol, y más si juegan para el tri. A mí en lo personal no me representa un machín golpeador de mujeres -pariente por lo tanto de preciosos personajes-, pero lamentablemente eso a muchos se les olvida a la hora de los goles. Por eso celebro que un tránsfuga del paleolítico se quede en su jaula mirando la copa por tv.
Cuauhtémoc merece la hoguera. Simbólicamente. Merece ser castigado públicamente por su soberbia, por su misoginia, por su bravuconería y por su joroba.
Y para los despitados que no ven la política del futbol, Blanco no va como venganza de Lavolpe. Eso lo sabe hasta La Santanera. Es una derrota de los más visibles críticos de Lavolpe que no pudieron, a falta de respaldo futbolístico, poner el ánimo generalizado a favor de Blanco. A ver qué consecuencias trae...